Aniversario de la muerte de un gran dirigente sindical, el "Gringo" Tosco
Por Leónidas "Noni" Cerutti, para LID
Cuando desde el gobierno de Macri, se impulsa una Reforma
Laboral, retrógrada, reaccionaria, que ataca las conquistas de la clase obrera,
se cumple un nuevo aniversario del fallecimiento de Agustín Tosco, el 5 de
noviembre de 1975, cuando se encontraba en la clandestinidad, porque el
gobierno de Isabelita Perón había decretado su detención, la Triple A lo había
condenado a muerte y su gremio Luz y Fuerza había sido intervenido por el
Ministerio de Trabajo.
Pensamos, que por la dimensión de su figura, merece que lo
recordemos en distintos aspectos de su vida, y eso es lo que intentaremos. Para
eso hagamos un ejercicio de memoria de algunos aspectos de su vida. Fue un dirigente sindical combativo, clasista, honesto,
solidario, democrático. Hizo un culto de la Unidad, y el respeto a la
Pluralidad de ideas, posiciones, y acciones.
Mantuvo su militancia y demostró entereza cuando fue
perseguido y detenido en varias ocasiones, hasta que la muerte lo encontró en
la clandestinidad, cuando tenía orden de captura dictada por la presidenta
Isabel Martínez de Perón y estaba condenado a muerte por la Triple A. “Fui
detenido por primera vez en Misiones, durante una semana de 1957, por una
huelga en defensa de los compañeros de Luz y Fuerza. Luego todo empezó en el
69. Me detuvieron por 48 horas, días antes del Cordobazo, en el barrio
Clínicas.
Después del levantamiento estuve preso siete meses en La Pampa y en
Rawson. Más tarde fui detenido otro par de veces; una vez que atacaron el
sindicato a balazos, y luego del Viborazo, en abril del 71, lo que motivó mis
once meses en Devoto y el resto en Rawson”. A pesar de todo eso, no pudieron quebrarlo, no se vendió, ni
se alquiló a los patrones y políticos del poder económico. Se definía como “marxista-socialista”, “los fundamentos que
tengo están elaborados en base al materialismo dialéctico, y en lo político
estoy por la unidad de las fuerzas de la distintas tendencias, sin
discriminaciones ideológicas”.
Se pronunció por una sociedad sin explotadores ni
explotados, con posiciones antiimperialistas, antidictatoriales e
internacionalistas. Ante la consulta de ¿Cuál revolución es la que propugnaba?,
no vaciló en responder: “En realidad la única revolución posible es la que
cambie la propiedad de los medios de producción y de cambio, ahora en manos de
entes privados y privilegiados, para colocarlos en manos del pueblo. Es la
revolución socialista, con sus características y su desarrollo histórico según
las condiciones nacionales de cada país”.
Y para que no quedaran dudas de sus posturas declaró
“nosotros queremos rescatar los medios de producción y de cambio que están en
manos de los consorcios capitalistas -fundamentalmente de los monopolios- para
el pueblo. Nuestro punto de vista es que deben desaparecer las clases y que
debe existir una clase: la de quienes trabajan. Y no como ahora, que existen:
la de los explotados que trabajan y la de los explotadores que sólo viven del
esfuerzo de los demás”.
Acordó con dirigentes sindicales con los cuales tenía serías
diferencias, la convocatoria al paro con movilización del 29 de mayo de 1969,
que culminaría en el Cordobazo. Compartió con los comunistas la construcción de
la Comisión Nacional Intersindical y el Encuentro Nacional de los Argentinos,
apoyó la candidatura peronista de Atilio López para la vicegobernación de
Córdoba en 1973, impulsó y participó en los Plenarios Antiburocráticos junto a
numerosos gremialistas combativos, y se sumó entusiastamente a los Congresos
del Frente Antiimperialista y por el Socialismo (FAS), que impulsaba entre otros
el ERP-PRT. En tanto que su abogado y amigo fue el radical Hipólito Solari
Irigoyen.
Uno de los principales ejes de su accionar en el gremio, fue
la práctica de la Democracia Obrera, y la definió sin dejar dudas: “Ya sea en
el terreno institucional, en el de la resistencia e incluso en la
clandestinidad, no hay otra relación posible que la democracia de bases. Es
decir el contacto directo entre los trabajadores y sus representantes o
dirigentes. La concienciación a nivel de bases.
La reciprocidad del intercambio
de opiniones. Las asambleas generales, las de sectores, las de unidades de
trabajo. Claro que hay diferencias para una situación institucional, de
resistencia o de clandestinidad. Pero en definitiva en el terreno del
sindicalismo, nada es válido, sin la democracia de bases y la consecuente
reciprocidad entre las bases y las direcciones. En todos los casos de manera
tal que las bases sean las que decidan como protagonista de la vida y de los
objetivos de su organización”.
Enfrentó y denunció a los burócratas sindicales, a quienes
en aquellos años sesenta y setenta se los llamaba “participacionistas,
colaboracionistas o adaptacionistas”, que se movían en forma dependiente y
referencial al poder empresarial, político o militar. Supo decir que eran “los
que esperan que crezca el costo del nivel de vida para pedir aumento de
salarios” y que terminaban conformándose en la práctica con el aumento de
salarios que la Secretaría de Trabajo o el Ministro de Economía autorizaban.
“Las victorias más importantes y valiosas son las que se
obtienen sobre las propias debilidades. A partir de allí todo es posible. Lo
que va contra uno mismo, lo que choca contra el propio ser es lo que destruye.
Por eso también Ulises Mc Daniel desde la prisión de San Quintín, se afirmaba
así mismo al exclamar: "Si alguna vez quebraran mis troncos / o claudicara
junto a mis Compañeros / Este juramento me matará". (Penal de Villa
Devoto, 19 de diciembre de 1971)
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