Para vencer, hay que construir el Partido Revolucionario
Por Partido Guevarista
Y digo yo… ya que es tanto lio cambiar las estructuras… ¿No se
podría por lo menos darle una pintadita? ¿O ni eso? Mafalda
(Quino)
La cita de Mafalda - con perdón de los doctrinarios -
escrita en los años 60, mantiene plena actualidad. Es que en nuestro País lo
viejo se resiste a morir y lo nuevo tarda en nacer. Ya se sabe que cambiar la
estructura económica y social capitalista es mucho más que un lio. Requiere
sacrificios enormes por parte de los trabajadores, los pobres, la juventud y de
todos aquellos explotados, discriminados y marginados por el sistema actual.
Todos sabemos, por la experiencia internacional y nacional,
que será una lucha sin cuartel, que
muchos podremos caer en el camino, que la ferocidad de la burguesía
local y sus socios imperialistas, nos arrastraran a las cárceles, a la tortura
y a la desaparición. Ya lo hicieron decenas de veces - y si no somos
prisioneros ideológicos de “esta democracia” y del parlamentarismo burgués- no
podemos hacernos ilusiones en que no lo intenten otra vez más en la medida en
que crezcan las luchas obreras y populares, y junto a ellas la violencia
popular revolucionaria como respuesta a la violencia de los de arriba.
Esto lo comprendieron y lo enfrentaron nuestros heroicos
compañeros en los años 60-70, y se dedicaron de lleno a organizar el partido
revolucionario, el Frente Anticapitalista por el Socialismo y a organizar la
violencia popular revolucionaria como respuesta a la ferocidad y a las
políticas de la burguesía asociadas al imperialismo.
Claro, cambiar las estructuras es un “lio” y no son pocos
los que retroceden ante la magnitud y los sacrificios que demanda semejante
tarea. Entonces ¿Por qué mejor no le hacemos una pintadita? Sobre todo cuando
hay decenas de organizaciones y capas sociales pequeño burguesas listas, con la
brocha en la mano, y litros de pintura preparados para embardunar la conciencia
obrera y popular, con la idea de que puede haber un capitalismo más humano, más
bueno. Un “estado de bienestar” basado en la colaboración entre patrones y
obreros como expresión de la unidad nacional.
La mala calidad de esa pintura y los retoques que puedan
hacer ya los conocemos. Los vivimos con el populismo y las propuestas
socialdemocratizantes que permean a buena parte de la izquierda reformista.
Nada de eso nos ha sacado, ni nos sacará, de la miseria en la que vivimos más
de quince millones de trabajadores ocupados y desocupados. No sacará a los más
de 370.000 chicos que viven en la indigencia, no nos abrirá camino a una vida
digna y más humana. No terminará con el gatillo fácil, la violencia contra las
mujeres, la explotación de las mismas y la trata de personas.
Plantearnos estas cuestiones en el marco de la actual
situación política, en donde lo distintivo es el auge de las luchas de masas,
es clave. Venimos de un mes en donde millones de compañeros y compañeras se han
movilizado por las más diversas reivindicaciones.El 25 de febrero la convocatoria obrera de Moyano junto a
las dos CTA, el 8 de marzo miles de compañeras movilizadas en todo el país
reclamando entre otras reivindicaciones, la despenalización del aborto, igual
salario por igual trabajo, etc.
El 24 de marzo centenares de miles de
compañeros ocupando las calles en homenaje a los compañeros desaparecidos y
reclamando no a la prisión domiciliaria a los genocidas, no a la represión de
ayer y de hoy, no al ajuste, fuera Macri, los Gobernadores y los cómplices de
los mismos. Y todo esto apoyado en miles de luchas por abajo que abarcan toda
la geografía del País contra los despidos, por paritarias sin techos, contra el
gatillo fácil, la represión y la libertad de los presos políticos.
Es decir, estamos asistiendo a un despliegue enorme de las
energías del campo obrero y popular, que nos plantean una serie de problemas de
cuya correcta resolución dependerá el futuro inmediato de estas luchas. Por
ejemplo ¿Estas energías serán arrastradas a alguna de las urnas que ofrece la
burguesía, o en medio de las luchas lograremos escindir, separar de la
influencia ideológica que ejerce la misma a una parte de nuestra clase, y abrir
una alternativa independiente que organice la lucha para conquistar el poder
obrero y popular?
¿O será el Kirchnerismo junto al PJ y parte de la burocracia
sindical, quien canalice estas energías al ofrecerse como el mal menor,
arrastrando tras de sí a sectores del progresismo y el reformismo pequeño
burgués?. Esta variante estuvo en el centro de los debates que atravesaron a
Memoria, Verdad y Justicia con motivo de la preparación de la marcha del 24 de
marzo.Todos estos problemas, cuya actualidad nadie puede negar, no
se resolverán en la dirección correcta sin construir el Partido de la Revolución
Socialista.
Nosotros no hacemos un fetiche del Partido. Somos conscientes de
que un Partido se constituye en una fuerza revolucionaria no solo por lo que
dice, sino también por lo que hace. Por su capacidad de vincularse y aprender
de las masas, y también si es capaz de demostrar en los hechos que puede
enseñarle algo a las mismas. Solo en esta ida y vuelta dialéctica se forjan los
cuadros.
Es en el Partido revolucionario en donde los trabajadores
conscientes desarrollan un profundo sentido de su responsabilidad social, donde
auto asumen una disciplina consciente, donde valorizan la solidaridad y a
través del debate colectivo, la crítica y la autocrítica superan el
individualismo y el espíritu de competencia que les impone el sistema
capitalista en la lucha por vender lo único que poseen, su fuerza de trabajo.
Es solo en un Partido de este tipo en donde los trabajadores logran superar el
pensamiento fragmentado que está en la base del sistema productivo capitalista.
Los trabajadores al no dirigir la producción social, tanto
material como espiritual, no pueden formarse un panorama de conjunto del
funcionamiento de la sociedad, del papel de las clases sociales y del
fundamento de sus luchas. En este sistema cada trabajador ocupa un lugar
predeterminado por otros. Es un punto en la cadena de producción dirigida y
organizada por la burguesía, y de esta forma su pensamiento se ve comprimido a
lo puntual, a lo inmediato. En ausencia de un Partido revolucionario, su
pensamiento no logra superar el corporativismo y el sindicalismo.
Construir este Partido de nuevo tipo es la tarea clave. Aquí
tenemos que poner el centro de nuestras energías e inteligencia. Porque sin una
organización de revolucionarios capaz de orientar las luchas de nuestra clase
no habrá solución a la barbarie a la que nos arrastra la burguesía. Porque
mientras nuestra clase este bajo la hegemonía ideológica de la misma no tendrá
más remedio que arrastrarse detrás de una u otra variante que le ofrezca la
misma.
El Partido que nos proponemos construir, firmemente vinculado
a las masas y a sus luchas, será un impulsor decidido del Frente
Anticapitalista, un organizador de la violencia popular revolucionaria con
capacidad de dirigir las luchas en todos los terrenos. Un Partido que al
articular las luchas económicas, teóricas y políticas en un solo puño sea capaz
de elevar las energías y combatividad de las masas a la conciencia de la
necesidad de la revolución y el socialismo. ¡¡No queremos más pintaditas que
dejen intacta la vieja y podrida estructura del capitalismo dependiente!!
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